Los tiempos han cambiado. La distancia hasta el lugar de trabajo y los horarios laborales imponen un nuevo ritmo de vida. Así, tanto en las grandes ciudades como en las medianas y pequeñas, miles de personas, en vez de comer en casa a mediodía, toman un menú rápido, un bocadillo, restos de la noche anterior o cualquier apaño de última hora. Y la consecuencia, una alimentación poco saludable, repetitiva, insulsa y a menudo demasiado cara.