Vociferante, multitudinario, enamorado de todas las palabras, Walt Whitman (Estados Unidos, 1819-1892) forma parte de una naturaleza que no deja de celebrar en su ´jerga barbárica ´, espontánea, exaltada. ´Soy el poeta del cuerpo y del alma,/ en mí están los placeres del cielo y los tormentos del infierno´, dice uno de sus textos que integra su libro Hojas de hierba; ese registro de poemas que se inició en la edición de 1855 con una docena de poemas y llegó a tener casi cuatrocientos en la de 1892.Desde que José Martí tradujo a Whitman al español, grandes poetas, como Jorge L. Borges y León Felipe, han continuado en la tarea de verter esa respiración singular con longitud de versículo. A esta tarea se suma ahora el escritor mexicano Carlos Montemayor, premio ´´Alfonso X´ de traducción literaria.