El nacimiento de un movimiento ciudadano de inquilinos en 1978 y su posterior incursión en la política local marcaron el inicio de profundas transformaciones en Santa Mónica, California. Aglutinados en la organización Santa Mónica for Renters´ Rights (SMRR) lograron en abril de 1979 la aprobación de una ley de control de renta avanzada para su época. En ese mismo año participaron en las elecciones locales, ganando asientos en el Consejo de la Ciudad y desde ahí favorecieron reformas para instituir un modelo de desarrollo urbano sustentable. Con ello, se fue formando un nuevo carácter del lugar y con los años se afianzó una tradición de activismo social que ha sido pieza clave en la negociación de la planeación local. En este libro se estudia cómo ese radicalismo de clase media propició una política de protección medioambiental que se formalizó en septiembre de 1994 con el programa Santa Mónica Sustainable City Programa y se consolidó con su actualización. También investiga cómo la directriz ecológica perdió su propósito inicial al articularse a los estrategias de competencia interurbana. Los autores sostienen que la participación ciudadana ha constituido el contrapeso social que evita que la sustentabilidad se convierta en una manera coartada para impulsar un crecimiento económico excluyente, una revitalización urbana neoliberal y una mercadotecnia de la ciudad utilitarista. El capital social de los residentes de Santa Mónica los ha empoderado para mantener en permanente negociación la política de la ciudad sustenbable influyendo de manera sostenidad en la planeación con criterios de justicia social. El argumento central del libro consiste en que una ciudad sustentable va más allá de ensayar un modelo peculiar de planeación, pues implica también un cúmulo de ideales económicos, sociales y ecológicos de desarrollo urbano que se patentizan en un momento histórico determinado. El caso de Santa Mónica manifiesta que no puede haber ciudades sustentables sólo siguiendo protocolos técnicos, pues son resultado de una permanente negociación entre los intereses y prioridades de los sectores que componen una comunidad. Entendida de este modo, la sustentabilidad urbana implica una sucesión de estructuraciones sociales en contextos espaciotemporales particulares que permiten la aplicación de estrategias de desarrollo que se espera, conduzcan a mejorar la calidad del medio natural y construido. La institucionalización del plan de la ciudad sustentable en Santa Mónica es una valioso ejemplo para el análisis de los movimientos ciudadanos de corte ambiental en la sociedad capitalista. Constituye también un referente para comprender la importancia de los rasgos culturales e históricos en el cumplimiento de las aspiraciones de justicia espacial. Pero sobre todo, revela que en un contexto de capitalismo neoliberal, los objetivos de protección medioambiental y justicia social pueden ser negociados con los de rentabilidad del capital a través de la participación ciudadana.
