¿Qué pasaría si pudiésemos escuchar el firmamento? ¿Qué sucedería si el cosmos se extendiese sobre nosotros al compás de una banda sonora? > Marcia Bartusiak presenta esa posibilidad. Desde la década de 1950, algunos físicos y astrónomos se han propuesto captar las vibraciones del espacio-tiempo, más conocidas como ondas gravitatorias, y convertirlas en sonidos audibles. Tal labor, aparentemente imposible, está a punto de dar los primeros resultados. Una nueva generación de observatorios comienza a ponerse en funcionamiento, en vez de recoger ondas de luz u ondas de radio, permiten que los científicos pongan sus manos sobre la tela del mismo espacio-tiempo, perciban los ritmos del universo y añadan así una dimensión auditiva a las magníficas imágenes que estudiamos mediante potentes telescopios. Sin embargo, la tarea ha sido ardua: no todos los científicos coinciden a la hora de planificar el desarrollo de los aparatos de captación de las ondas gravitatorias y no son pocos los que ponen en entredicho la existencia de las mismas. El gobierno estadounidense no siempre ha apoyado estos proyectos, y en muchos casos la abnegación y el ingenio han podido más que las subvenciones. Bartusiak, con una soltura similar a la de Julio Verne, H.G. Wells o Isaac Asimov, relata los años de penuria en los que muchos físicos y astrónomos pusieron en juego su prestigio y su futuro profesional, las agrias polémicas que suscitaban sus primeros pasos y a aceptación que ganaban poco a poco al lograr sus primeros frutos. Gracias a su estilo directo y claro y a su facilidad para hacer entender lo incomprensible, podemos conocer una de las vías de investigación científica más apasionantes y hacernos una idea de las sorpresas que puede depararnos en el futuro.
