El cruce entre sociología y cultura intenta pensar de una manera global el lugar que la universidad tiene, ya no sólo en la educación, sino en la cultura en general. Es verdad que todo proyecto educativo tiene como propósito transmitir la experiencia y los conocimientos de una vieja generación a otra joven; en tal sentido podemos afirmar que la universidad, en su carácter educativo, tiene un propósito de conservación y transformación positiva de la sociedad. De otro modo, cuando intentamos vincular la universidad con la cultura podemos suponer que la universidad encarna los mejores proyectos de formación humana; sin embargo, la cultura es algo más complejo que no siempre avanza de manera positiva o progresiva; la cultura muchas veces es el ámbito de la descomposición, destrucción, reacomodo de fuerzas políticas y sociales. Cultura también es guerra, violencia y muerte, y al reconocer que la universidad está inmersa en la cultura queremos proponer una lectura que le otorgue algo distinto al quehacer universitario, que reconozca por lo menos la tensión ineludible entre la creación y la destrucción a la que está llamado el saber y la experiencia universitarios, entendidos de manera particular en la docencia, la investigación y la difusión de la cultura misma.