Es un poemario rico en imágenes que remiten a la cotidianeidad. Cada uno nos exige notar lo ordinario, lo incómodo y lo frustrante.
Parece que habla del sol de una ciudad, pero se trata de un ardor hacia dentro. De esas palabras que nos llevan de regreso al comienzo, en donde el lenguaje no se viste para adornarse, ni tampoco huye; donde todavía se juega limpio con las emociones. Lucía María (en cuarta de forros)