Cuando Sebastián Mareco se entera por televisión de que en un inquilito de mala muerte han asesido a un viejo amigo, la tentación de olvidar inmediatamente la noticia tiene los sólidos fundamentos del sentido común. El Chivo Robirosa nunca fue un inocente, aunque licuadas en el tercer o cuarto whisky de la madrugada las entrañables imágenes del pasado acarician la memoria de Mareco. La tentación de abrazarse por lo menos al cadáver de su amigo muerto, regresa mezclada con otros recuerdos y otras nostalgias bastante más inquietantes que la sencilla y algu vez profunda amistad que los unió. Por la vida del Chivo circularon todo tipo de persojes y algunos de ellos no encuentran da divertido a ese curiosos que ha venido del pasado olvidado a remover historias que el Chivo se llevó a la tumba. Y aunque la investigación va volviéndose cada vez más peligrosa, para Mareco es, en el fondo, u forma de huir de la desesperanza y de enfrentarse al fin a sus propios fantasmas. Retrato despiadado de la última década de la Argenti. Sueños de perro traslada al lectora a un Buenos Aires abatido pero todavía vivo, y de la mano de un rrador que no se da nunca por vencido, le lleva a través de la calles de u ciudad donde los crímenes y los amores no tiene razón ni castigo.