¿Te has fijado que el mundo corre muy rápido afuera? Asómate a la ventana y platícale cuál es tu juego favorito o qué desayunaste hoy o por qué no quisiste bañarte. Verás que el mundo se mete por tu ventana y se sienta junto a ti, así podrás ver de cerquita una acera llena de árboles, una calle por la que pasan muchos autos y hasta verás un perro que quiere atravesar la calle. También verás personas, algunas te saludarán, otras sólo te verán y seguirán su camino. Hasta podrás mirar el instante en que alguna hoja cae del árbol y alguien la recoge. Ese mundo que esta tan lejos, habrá venido a ser tu amigo. ¿Y qué tal si te sales a jugar con él? Allí te sorprenderán mil maravillas: colores por dondequiera, el viento corriendo a diestra y siniestra, bicicletas, parques, mercados con olores y sabores que no conocías. Y también lo malo de la calle: el humo y la basura. Después regresarás con el cúmulo de personajes en tu mente, allí tu memoria de todo lo que viste se va a aliar con tus ilusiones y así podrás ver a los seres que sólo tú puedes ver, seres que se irán levantando desde tu imaginación y tus recuerdos hasta ser reales frente a tu vista. Seres que ya no van a desaparecer y seguirán habitando tu espacio íntimo, ese lugar que se encuentra entre tu corazón y tu sonrisa. Seres que ahora tiene forma en este libro: Horacio el ganso, Balbuena la grulla, una luciérnaga llamada Muselina, la gata que es tigresa y se llama Ramira, Osorio el insecto-rana. Y luego el danzante, el pescador, el arlequín y el ilusionista. A todos ellos tú los trajiste cuando saliste al mundo a mirar con asombro y cuando regresaste del mundo a imaginar: mezclaste entonces tus recuerdos con tus miedos, con tus deseos y con tus sueños. Cuando abras el libro y estos seres comiencen a hablar y a actuar, vendrán otros a imaginar contigo.