Pese al cuarto Evangelio y a varios metafísicos contumaces, todo indica que el mundo es anterior al lenguaje y que seguirá en ejercicio cuando se clausuren las gramáticas. Ocurre, sin embargo, que aquella infinitud era indescriptible y, por ello, muy tediosa. No venía a cuento. Pero no contemos victoria: las lenguas se gastan y el mundo tiende al tedio. Sólo un recio cañoneo verbal perfora el coñazo. De modo que el señor Ehrenhaus se siente obligado a emplear la artillería de acuerdo con la estrategia sin táctica del tango: Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansiasö. Exacto.áContra un paisaje anodino impacta el obús gerundio cargado de vocablos feroces. Una metralla de andylogismos se precipita sobre títeres y cabezas dislocando la apacible textura de los hechos para ponerlos en pie de guerra contra ellos mismos. Porque los hechos (consumados) reposaban sobre lechos afónicos mientras el sueño de su razón pedía a gritos una voz bélica. Y cuando ésta rompe a hablar, cuando toma al asalto la palabra, desfilan individuos que donan su cuerpo a la ciencia si los devotos del River no les tocan las pelotas o visitan un cementerio judío donde habita el cadáver de un señor llamado Adolf Hitler o cambian con ahínco de taxis, parataxis e hipotaxis para llegar puntualmente a un delirio nocturno o consagran su santidad renunciando al nirvana o resuelven los dilemas morales asociados al transporte urbano o... Mejor pasen y vean. Porque los diecinueve relatos de este proyectil dan lugar al tratado de balística literaria más certero, más piadoso y más diabólico.