Si el ensayo es, con toda justicia poética, el más libre de los géneros literarios, lo es por las contradicciones que lo sustentan: Prosa de exquisitos desenfados, de hondas, superficies, de rodeos puntuales, ceñida a los desbordamientos, fiel a la promiscuidad estética, que amplifica la minucia y, sin otro método que la observación contingente a través de un estilo definido, estudia al hombre en su estado más artificiosamente tural. Sensible al lirismo de lo mundano, a la épica de la reflexión y al teatro de la quietud, el ensayo es u prosa ´En otro orden de ideas?, ´U habitación propia (como quería Virginia Woolf), desordeda con laboriosidad. En ´U habitación desordeda´, primera colección de ensayos de Vivian Abenshushan, pocas cosas lucen tan coherentes y resueltos como los principios de contradicción e indetermición antes menciodos. Con la delicadeza contundente y la aguda elegancia que los caracteriza, los ensayos de Abenshushan se encuentran a caballo?- ¿Y qué ensayo, centáurico al fin, no está siempre a caballo?- entre el tratado de armonía universal y la teoría del caos doméstico, entre levantar el cuarto y dejarlo patas para arriba.´ ... da guarda u semejanza más ple con mi habitación desordeda -dice Abenshushan- que la pági en la que escribo. Zos íntegras de tanteos y desmesuras se van anegando en ella, se transfiguran abandodas a su suerte, hasta que llega el día de la depuración en el que dejo la cama despejada, la pági en blanco, y me tiendo en ella para darle algún orden y proporción a mis ideas. No sé si es un buen método, pero es el que me acomoda´. En todo caso, levantar el cuarto o dejarlo patas para arriba conlleva u altura de miras, u suspensión. Los entrañables ensayos de Abshunshan no son un viaje más alrededor de la alcoba, sino u íntima odisea del espacio.