En el imaginario de uno como niño, pocas cosas hay que expresen tanto terror como la famosa muerte de la madre en Bambi, escena que se volvió una especie de símbolo del sufrimiento, y a la que muchas personas que no han visto la película se refieren sin embargo. Al paso de los años, cuando volví a verla, me pareció no obstante toda ella completamente ridícula.áAntes, para los adultos contemporáneos como se nos llama ahora a los cuarentones, ese proceso de maduración como público tomaba lustros. Sin ir más lejos, había antes en el cine una clasificación ´D´, para mayores de veintiún años. Para los niños y jóvenes de ahora, ese camino es cuestión de meses.áEse desarrollo rápido, casi cercano a la ciencia ficción, ha permitido entre otras cosas que, para fortuna de todas aquellas personas a quienes les gusta el buen teatro, se abra el abanico de oferta.áValentina y la sombra del diablo, de Verónica Maldonado, da un paso en esa vereda, impone austeridad y rigor a temas difíciles de tratar en la escena y lo hace con los mejores recursos: claridad en la situación, ingenio en el diálogo, universo plástico sugerente; pocos personajes, mucho teatro. La autora logra una obra de sabor claramente mexicano, oscuro y brillante a la vez; la precisión de sus acotaciones tiene la virtud de conocer las tripas de la operación escénica, por tanto es viable y eficaz.áEl estado de ánimo que trasmina este espléndido texto es, ya lo dice uno de los personajes, como el pan de la tristeza: ´gris y duro´. Como el pan también, indispensable para caminar y seguir adelante.Ignacio Escárcega.