Las novelas de Mario Bellatin (México, 1969) se pueden calificar de fragmentos completos: eventos de la escritura sin comienzo ni final, pura ocurrencia y enigmático transcurso. Fluyen sus relatos entre extremos abismados, absortos como pesadillas perfectas, limpios de sentimentalismo, y capaces de ironía, leve grotesco y humor súbito. Su gusto por la paradoja y el cultivo de la ambigüedad les confiere un brío imaginativo y una agudeza de visión que los hace memorables y únicos. Sus ficciones son un desvío de las corrientes literarias, una variable imaginativa hecha con la impecable autoridad de su tránsito. En el horror cotidiano abren los breves milagros de lo vivo.
