Sí, así de sencillo: Berl Díaz del Castillo mintió. Su Historia verdadera de la conquista de la Nueva españa no es tan verdadera como él prego, y como se ha repetido en los libros de texto, obras de divulgación y listas de lecturas recomentadas para el aficiodo a la historia de México. Sucede que, en la célebre obra del que es sin duda el más leído de entre quienes hicieron la crónica de la Conquista, existen no sólo contradicciones y pequeños lapsos comprensibles en un autor que escribe tres décadas después de lo ocurrido. Un examen detallado -como el que teje en estas págis Juan Miralles- revela, u y otra vez, u terca negativa a dar por válida la información vertida por otros cronistas anteriores, especialmente Francisco López de Gómara. Ya sean sus intereses económicos, los celos o un rencor inveterado, lo cierto es que lago apartó a Berl de la crónica certera de lo ocurrido. Mirales demuestra que, precisamente por ello, su obra es más apasionte de lo que se aceptaba: un relato árido, difícil, pero con mayor profundidad psicológica y política de la que estamos acostumbrados a concederle.