Cualquiera que sea el punto de vista defendido respecto a las armas de fuego, no se puede negar que se encuentran entre los inventos más influyentes en la historia de la humanidad. Antes de la aparición de las armas de fuego, el armamento personal dependía principalmente de la potencia individual del que lo usaba, que requería de fuerza física y de habilidades motoras adquiridas para blandir una espada, un hacha o una maza como arma eficaz de combate. Incluso con las armas de proyectiles, como las ballestas y los arcos, aunque los mecanismos de la madera tensada fueran los responsables del alcance y fuerza del proyectil o la flecha, se requería una fuerza considerable en los brazos, los hombros y la espalda. Las armas de fuego cambiaron radicalmente esta situación.