´La vida está en otra parte, epígrafe de André Breton que corona a esta novela. Sin embargo, no es así. La vida, aunque moribunda, es ésta que nos tocó vivir.áCapicúa es una novela... ¿policiaca, de persecución, de historias de una suerte de ´Ciudad del Pecado´ corrupta y degenerada, en la que el bien y lo legal jamás coinciden, acaso de amor absurdo? Encontrar un apelativo preciso para una novela tan actual y tan nuestra es francamente difícil. Uno nunca puede calificar correctamente las propias circunstancias en las que está inmerso. Ya el lector verá en estas lúcidas páginas un espejo de su mundo.áCuando la Justicia es una palabra carente de significado, vacía e irreconocible ya por aquellos en quienes se ausenta; cuando el Derecho sólo remite a una etiqueta gastada de una malograda facultad universitaria; entonces aparecen los antihéroes, los ´justicieros´ -como les llaman. Se hacen las cosas que deben hacerse no por cumplir un trillado ideal utópico de la consecución del bienö, sino tan sólo por el más árido pero no por ello menos verdadero lema de ´alguien tiene hacerloö. Los logros así obtenidos cambian sólo la realidad inmediata de algunos, pero el mundo sigue su cauce. Cuando en una realidad se está más allá de lo justo y lo injusto, de lo correcto y lo incorrecto, los actos ´buenos´ traen meras consecuencias -sólo eso-, allende igualmente a toda valoración laudable.
