En septiembre de 2004, como parte de la exposición Arte Sacro, arte nuestro. Tomad y comed, tomad y bebed, en el Instituto Cultural Cabañas de la ciudad de Guadalajara se exhibieron un gran número de lienzos acreditados al pintor Francisco de León. A primera vista, en las firmas se detectaban distintos diseños gráficos que hacían dudar de que éstos hubiesen sido pintados por la misma persona. Sin embargo, la diferencia de los diseños gráficos de las signaturas y la consecuente suposición de que podría tratarse de diferentes pintores se sustentaba en una primera observación que parecía lógica y razonable, pero requería una herramienta metodológica que ofreciera una explicación científica. Por tanto, el instrumento técnico para despejar esa incógnita fue, sin duda alguna, la grafoscopia o pericial caligráfica, mas el objetivo principal no era determinar la autoría ni verificar la falsedad, sino estudiar el diseño gráfico de la escritura de los autógrafos pictóricos para encontrar una explicación a esas diferencias.
