No deja de llamar la atención que, a tres años de la reforma constitucional que implementa el sistema procesal penal acusatorio en México, se haya escrito y se haya hecho mucho. Son ya decenas los libros en las bibliotecas y librerías, e igualmente diplomados especialidades, cursos, sin dejar de considerar seminarios, congresos, foros, conferencias. Todas las entidades federativas han organizado, por lo menos, uno o más diplomados en el sistema procesal penal acusatorio y son ya muchos profesionales los que han salido fuera de México a recibir capacitación en estos temas. No es fácil, ya, mantenerse al día. Sin embargo, hay como tres bandos, dos de ellos que, contrarios, se localizan en el mismo equipo: los que conocen el sistema acusatorio y los que, sin conocerlo, se refieren a él en relación con lo que se ha podido copiar, sin comprender las distinciones que plasma, en México, la reforma del 18 de junio del 2008 y, lógicamente, el bando de los que están en contra de la reforma y escriben contra el sistema.
