Una tarde cualquiera, a Julio le obsequian una moldavita, es decir un trozo de meteorito. Luego de sucesos muy extraños, el nuevo dueño de la piedra advierte que dentro de ella habita un ser milenario y extraterrestre que perdió su hogar en un pasado remoto. Poco a poco se establece una amistad solidaria entre ambos y comparten experiencias que enriquecen a los dos: Julio descubre su propia naturaleza y la inmensidad del universo, y Moldavita percibe los sentimientos por primera vez.