A lo largo del siglo XX, el cuerpo del artista pasó a ser en muchas ocasiones sujeto y objeto de las obras de arte. Atado o magullado, desnudo o pintado, inmóvil o preso de espasmos, el cuerpo se muestra de todas las formas posibles. El artista vive literalmente su arte tanto de forma pública, en performances, como privada, mediante el video o la fotografía, ampliando y renovando con ello la tradicional técnica del autorretrato y sin ceñirse a ella. Los artistas corporales y de performance forman parte de la tradición de creadores que exhiben su arte fuera de las paredes de museos y galerías, en espacios inverosímiles y con medios insólitos. Al derribar las barreras que separan el arte de la vida, la experiencia visual de la sensual, estos artistas exorcizan magistralmente el sentimiento de angustia y de vacío interior tan generalizado a fines del siglo XX. Se analiza la obra de los artistas más eminentes teniendo en cuenta el contexto social de las distintas épocas en que se enmarcan.
