¿Puede la música salvar a una ciudad? ¿Puede contrarrestar el infierno, el clima de asesinato e impunidad, de desprecio sistemático por la vida, que se ha apoderado de una región del país? Hugo Roca Joglar viajó a Ciudad Juárez, una de las urbes más peligrosas de México, sede infausta del feminicidio y de las investigaciones truncas, omisas y por fuerza sospechosas, a investigar si la música la ópera en particular podía cambiar, así fuera simbólicamente, el ánimo de una sociedad impotente y asustada, y entonces devolverle, a través del arte, al menos un poco de su esperanza, de su dignidad perdida.áLa iniciativa comenzó un poco por azar, gracias a un presupuesto no asignado en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. El director de orquesta Carlos García Ruiz propuso, ya que se presentaba una ocasión quizás única, un proyecto musical ambicioso, que contemplaba la fundación de una orquesta sinfónica profesional y la inauguración de carreras universitarias para compositores, instrumentistas y cantantes.
