A comienzos del siglo XVIII, el aguzado ingenio e imaginación del escritor inglés Defoe, le permite construir una novela basada en un naufragio de otro personaje de la vida real de nombre Alexander Selkirk, quien experimentó por cuatro largos años una aventura similar a la del personaje ficticio pero afamado Robinson Crusoe. Las desventuras del protagonista inician cuando de pronto se encuentra con el problema de solucionar las necesidades más básicas, y se endurecen porque era un joven de familia acomodada, acostumbrado , no obstante, sus necesidades lo llevan a aprender el arte de la domesticación de algunos animales, consigue dominar la agricultura y construir una modesta choza para guarecerse. Finalmente, con la creencia de su solitaria y prolongada estancia en tan silencioso suelo, grande es su impacto al descubrir una huella humana en la arena, ¿Qué, no estoy sólo?, a partir de ahí, Robinson comienza a relatarnos primero en encuentro y luego la paciente y paulatina educación del nativo salvaje, que a la postre fuera su más fiel, trabajador y abnegado acompañante.
