Uno de los aspectos que causan mayor perplejidad del proceso que derivó en la independencia de la Nueva España es, sin lugar a dudas, la cambiante actitud que asumieron las fuerzas políticas en el corazón del virreinato, pero especialmente las de Puebla, en relación al movimiento de insurgencia que estalló con el grito de Dolores, el 16 de septiembre de 1810. Los documentos que hemos reunido en este volumen y que se hayan conservados en la Biblioteca Palafoxiana, permiten ilustrar con claridad esta mutación en las voces de las autoridades civiles y religiosas. Creemos que advertir los momentos del cambio de actitud permite identificar con claridad que 1820-1821 fue el lapso decisivo en que se hizo evidente el consenso a favor de la independencia en Puebla. A su vez, los documentos muestran que en ese año operó la reivindicación del movimiento insurgente, el cual anteriormente había sido condenado. Todo parece indicar que, en buena medida, esa última recuperación estuvo en relación al papel que la religión debía jugar en la sociedad, tanto como una legislación elaborada por los propios mexicanos, pensados ambas como el andamiaje para el nacimiento al estado mexicano.áEn los documentos podemos constatar esta mutación. Sin embargo hay que advertir que con ellos no nos será posible encontrar el complejo de factores que explican semejante transformación. A pesar de ello, no hay que perder de vista que la sola constatación de la variación de actitudes con relación a la insurgencia permite poner de relieve la importancia de las transformaciones anotadas. Ellas dan cuenta de cómo los actores del periodo de 1810 a 1821 trataron de dar legitimidad a sus acciones, actitudes y posturas.