Las abdicaciones de los miembros de la familia Borbón al trono español en mayo de 1808, como hemos venido diciendo, provocaron una crisis política inédita en el conjunto monárquico, no sólo porque los vasallos desconocieron la legitimidad del cambio dinástico. También porque de inmediato se abrió un inusitado debate político en la península, que hizo de la conservación de la Nación española el centro de su preocupación. En los fondos de la Biblioteca Palafoxiana localizamos tres largos escritos que a nuestro juicio son interesantes ejemplos de posicionamientos de los españoles peninsulares para atender teóricamente el problema del vacío de poder que se suscitó. Los tres expresan las posibles soluciones para responder al reto. Ellos nos dejan ver que los españoles de principios del siglo XIX tuvieron claro que estaban frente a un dilema: valerse de las tradicionales prácticas conocidas para una situación de vacancia en el trono, o innovar en soluciones.áLa disyuntiva es explicable considerando que en la primera década de ese siglo se hizo evidente la incuestionable presencia de nuevas realidades asociativas y discursivas que los españoles no podían omitir: la emergencia de los estados nacionales y los discursos de la modernidad política. Los diferentes estudiosos de la historia europea, como Erick Hobsbawmn, coinciden en señalar que el siglo XIX fue el siglo de las naciones modernas. Con ello quieren decir que, después de un muy largo proceso que arrancó desde el siglo XIX, finalmente en ese otro siglo culminó un prolongado periodo transformador. Por él, múltiples entidades políticas con derechos jurídicos particulares terminaron por concentrar y centralizar el poder, formar sistemas complejos de organización administrativa que modificaron los fundamentos y valores políticos tradicionales.